A mi madre le apasionan las flores, le encantan los ramos de flores blancas. Los ramos de flores nos sacan una sonrisa cuando los recibimos y un irremediable impulso de acercarnos e inspirar su olor.
En mi aula los ramos no son de floristería con todas las flores iguales, son silvestres, hay muchas flores distintas. Muchos colores, muchos tamaños y muchas fragancias. Muchos alumnos destacan como grandes flores y algunos pasan desapercibidos como pequeñas, otras grandes quizá no nos gusten… me he fijado que hay muchos botones sin abrirse. No se si porque aún falta tiempo o apabullados por el resto del ramo. Algunas flores nos llaman tanto la atención, que no caemos en las preciosas pequeñas y cerradas. Mirar cada flor de nuestro ramo es imprescindible… y acercarse a su fragancia, inevitable.
permitir que cada flor se desarrolle a su tiempo. Permitir que me guste, permitir que no me guste y al mismo tiempo permitir que existan.
Si les pidiéramos a cada chico que trajera una flor, o que buscara la flor que le identifica…¿cual traerían? quizá no sea lo que esperamos o quizá sí.